La tragedia que se esconde tras un turbio proceso de adopción

La tragedia que se esconde tras un turbio proceso de adopción

Fuente: Friesch Dagblad

Mirjam toda una vida en búsqueda de su identidad

En Holanda, las adopciones internacionales se encuentra bloqueadas. A principios de febrero del año pasado, el gobierno decidió detener éstas adopciones debido a los numerosos casos sobre abusos. Mirjam (49 años) sabe exactamente lo devastador que es que un procedimiento de adopción no sea claro y legal. Toda su vida ha estado buscando su verdadera identidad.

Mirjam (49) fue traída a Holanda ilegalmente desde Chile en 1972. (Imagen de Rens Hooyenga)

Mirjam fue adoptada como guagua en Chile en 1972 por una pareja cristiana de Lunteren. Más tarde, la familia se amplió trayendo un niño desde el Perú. Mirjam creció como una niña holandesa común y corriente, quien consideraba a sus padres adoptivos como sus padres reales. Nunca le dijeron nada sobre sus orígenes. Un día, en el patio del colegio, descubre que las cosas no eran como ella pensaba.

Recuerdo que cuando era una niña, tendría entre ocho o nueve años volví a casa gritando: Unos compañeros de clase le habían dicho que no tenía padres de verdad. Nunca me había dado cuenta de que no eran mis verdaderos padres. Nunca había notado la diferencia del color de piel. A veces escribía a mi abuela en Chile, pero no sabía cómo funcionaba realmente esa conexión.

Esta “abuela” era una mujer holandesa que se casó con un alemán y vivía en Chile y estaba en contacto con conventos y redes de abogados y trabajadores sociales y escribía regularmente cartas a la joven Mirjam sobre la vida allá.

Cuando Mirjam contaba con trece años, su padre adoptivo muere de cáncer de pulmón. El evento no la entristece. No le gustaba mucho ese hombre. Años después, Mirjam se convierte en una adolescente rebelde. Hace preguntas críticas y quiere saber de su madre adoptiva, además qué pasa con esa supuesta “abuela” en Chile. Pero en lugar de hallar respuestas, recibe una negativa violenta. ¿Quieres que vaya a la cárcel? Sé agradecida. Deja de quejarte”, le dicen a menudo.

El distanciamiento entre Mirjam y su madre adoptiva, quien se vuelve a casar al cabo de un tiempo, hace que la joven Mirjam comience a buscar pistas sobre sus orígenes. En un momento dado, encuentra un expediente de adopción en algún lugar de la casa y copia en secreto algunos papeles que se hallan en él. Entre otras cosas, descubre que su fecha de nacimiento, 10 de mayo de 1972, fue inventada y que debió ser sacada de Chile ilegalmente durante la dictadura de Pinochet. Me sentí traicionada. Mis padres adoptivos siempre me habían mentido. Entonces escogí una fecha para celebrar mi cumpleaños yo misma, porque me parecía ridículo que en mi pasaporte pusiera 10 de mayo, aunque no fuera en absoluto mi fecha de nacimiento”.

“Desaparecido” (Spoorloos)

Cuando cuenta con poco más de veinte años, Mirjam se pone en contacto con el programa de televisión holandés “Spoorloos”, esperando que con la ayuda del canal público holandés “KRO” pueda averiguar quiénes son sus padres y de dónde viene, pero su expediente y sus antecedentes lo complican demasiado. Parece una adopción ilegal, pero no podemos ayudarte”, le dicen, lo que significa para ella una gran decepción. Entonces decide centrarse en su nuevo amor. Se casa y a los veintidós años es madre. Más tarde, vendrán dos hijos más. Pero la inquietud que había en mí se mantuvo. Había caballos salvajes en mi interior que debían ser domados. Quería saber de dónde venía.

Así que Mirjam retomó la búsqueda de sus orígenes y a finales de los noventa se puso en contacto con la Cruz Roja. A través de ellos, entró en contacto con una mujer de un pueblo de la costa holandesa de Wadden. Ésta señora tenía una hermana en Chile que dirigía un hogar para niños como monja y que, a cambio de un cuantioso pago, estaría dispuesta a investigar su caso. Mirjam tuvo que entregar una carpeta con fotos de sus primeros diez años de vida y pagar una cuota de entrada de 400 florines holandeses.

A finales del año 2000, recibe un mensaje: su familia había sido localizada. Su madre, lamentablemente ya no vive, pero tiene dos hermanos, una hermana y un tío.

Con su pareja, su madre adoptiva y la pareja de ésta, Mirjam viaja a Chile durante casi un mes en marzo de 2001. Al principio, mi madre adoptiva no quería ir, pero le rogué que fuera conmigo. Para mí era importante que me acompañara. Aunque nuestra relación no era demasiado cercana”, explica Mirjam. El viaje, en el que la monja hace de intérprete, es caro, pero ella está dispuesta a pagar lo que sea necesario para saber de dónde viene.

Llevaba toda la vida anhelando esto. Toda mi ansiedad desapareció de una vez.

En el aeropuerto de Santiago, ya tenía la sensación de volver a casa. El ambiente de la ciudad, los sonidos, los olores, la gente. Fue realmente como volver a mi hogar”, recuerda. Pero tenía miedo de ser rechazada por mi familia chilena. No hablaba español. Cuando fuimos a su encuentro, vivían perdidos en el campo chileno, era como si hubiéramos llegado a la Edad Media. No había electricidad, con casas sencillas con piso de tierra. Pero cuando llegamos, fuimos muy bien recibidos. Conocer a mis hermanos en Chile fue un momento de euforia. Llevaba toda la vida anhelando esto. Mi inquietud desapareció de inmediato. Mi tío me dijo que me parecía a su hermana, mi madre Berta. Tenía el pelo largo como ella. Tenía los mismos ojos y curvas, dijo. Me sentía como en casa”.

La tumba desapareció.

Unos días después la primera mácula en el impresionante y emotivo viaje, aparece. Mirjam quiere depositar flores en la tumba de su madre biológica, pero cuando llegan al cementerio, la tumba resulta estar vacía. Ante la insistencia de Mirjam, preguntan en el cementerio por los registros y descubren que su madre murió por suicidio. Según los registros de la monja, su progenitora había muerto de un ataque al corazón a la edad de 42 años. Mirjam deposita las rosas rojas que llevó consigo en el campo donde, según los archivos, yacería la madre su madre. Tuve una sensación muy extraña en ese momento. Algo no cuadra. Cuando le sugerí a la monja de realizar una prueba de ADN, se enojó muchísimo y dijo: ‘Usted no me cree. Soy una mujer de Dios’. Viéndolo en retrospectiva, fui muy ingenua. Deseaba tanto creer que mi madre estaba enterrada ahí. No quería hacer más preguntas”.

En la despedida, Mirjam le propone a la monja de seguir en contacto con ella, pero la religiosa y directora del hogar infantil se niega; no puede mantener el contacto con todos, dice. Mirjam no puede escribir a sus hermanos y a su tío, porque son analfabetos. Sin embargo, si puede hacerlo con los hijos, de ellos, sus sobrinos.

Finalmente, el viaje no hace desaparecer el malestar de Mirjam. Esto se debe principalmente al comportamiento displicente de la monja y a las incertidumbres que rodean a la tumba de su madre. Resulta que no fue enterrada en la primera tumba indicada y, al parecer, el certificado de defunción había sido manipulado. Al fin y al cabo, según los papeles, se habría suicidado, mientras que más tarde se habló de un ataque al corazón.

Español a toda velocidad

Para no tener que depender de un intérprete, Mirjam toma un curso acelerado de español. Mantiene el contacto con su familia al otro lado del océano mediante cartas por correo físico. Así se entera que tuvo una hermana mayor. A los ocho años, ésta desapareció sin dejar rastro. Sin embargo, su madre tenía después un “saco de dinero”. También se entera de que sus hermanos y su hermana no sabían nada de la existencia de Mirjam. En sí no me pareció extraño, porque lo más frecuente era que, cuando las mujeres pobres daban a luz en los hospitales, los médicos les hacían creer que el niño había muerto al nacer y luego lo vendían.

En 2013 y 2018, Mirjam regresó a Chile. Esta vez sola con su pareja y sin intérprete. El recibimiento volvió a ser reconfortante. Su familia, al otro lado del mundo, estaba formada ahora por unas 35 personas. Mirjam no tiene pruebas fehacientes del tráfico ilegal de niños, pero hay elementos sospechosos.

De vuelta a Holanda, buscó ayuda a través de una organización chilena, Chilean Adoptees Worldwide (CAW), que asesora a los adoptados en sus traumas y busca a sus familiares biológicos. Mientras tanto, las redes sociales han mejorado las posibilidades de localización de personas. Gracias a Facebook, consiguió localizar a su hermana desaparecida en Italia. Se pone en contacto con ella a través de Messenger. El encuentro con Mirjam no la alegra para nada, además se mostró enojada porque su familia nunca buscó contactarla. Contactarlos no le interesa. Mirjam informa a su familia en Chile quienes se sienten aliviados al saber que su hermana desaparecida sigue viva, pero que lamentan que no quiera contactarse con ellos.

A través de CAW, también sabe más sobre la monja que la puso en contacto con su supuesta familia biológica. A través del orfanato de la religiosa, al menos 125 niños fueron llevados a Holanda, sin tener los papeles en regla. Entre ellos se encontraba Alejandro Quezada, fundador de CAW, quien más tarde descubrió que su madre biológica seguía viva. A raíz de su historia, empecé a centrarme en la vida de la monja como si fuera un detective”, dice Mirjam.

Por ahora sigo sin saber quiénes son mis padres”.

Entonces llegó el año 2020. Después de tres infartos, la salud de la madre adoptiva de Mirjam, de 85 años, se deteriora rápidamente. Mirjam, que trabaja en el cuidado de adultos mayores, la ayuda. Es mi deber cristiano”, dice Mirjam, quien ha tenido una sólida educación cristiana y ha mantenido su fe a pesar de todo. Siempre ayudó a su madre, lo que se acrecentó durante los últimos tres meses de su vida. Estuvo allí casi día y noche. Fueron los meses más bonitos con ella”, dice Mirjam. Tuvimos buenas conversaciones. En su lecho de muerte, su madre adoptiva le pidió repetidamente a Mirjam que la perdonara. No siempre ha sido una buena madre, afirma. Al final, Mirjam dice: “Mamá, parte al cielo. Todo está bien. Te perdono”. Se despidió de su madre con su hermano adoptivo del Perú.

Mientras el coronavirus hace su aparición y los Países Bajos entran en cuarentena, Mirjam limpia la casa de su madre adoptiva en Lunteren. Entonces encuentra unos papeles de adopción que nunca antes había visto. Cuando busca en el pasaporte chileno que debió llevar cuando era un bebé, aparece el nombre holandés de sus padres adoptivos. También descubre que sus nombres chilenos han sido destruidos, a petición de sus padres adoptivos, por supuesto. Cuando Mirjam revisa estos papeles, cae en cuenta de que esa fue la razón por la que su madre adoptiva le pidió perdón repetidamente en su lecho de muerte. Grité: ‘¿Por qué? ¿Por qué?’ Entiendo el deseo de las parejas de tener hijos, pero no se cumple ese deseo con prácticas ilegales, ¿no es verdad? En la reserva natural de Weerribben, donde vivimos desde el año pasado, he gritado a Dios. Por qué en su nombre se causaba tanto sufrimiento. Me sentí como Job, el personaje bíblico. ¿Por qué tuve que experimentar este sufrimiento?

En la municipalidad y en la oficina pide nuevos papeles. Con ellos, Mirjam empieza a buscar de nuevo su identidad. Se pone en contacto con la Fundación Mundial de la Infancia (Wereldkinderen), que se

ocupa de las adopciones internacionales desde 1971, pero sus expedientes parecen haber desaparecido. Sí descubre un expediente sobre ella en la Autoridad de Protección de la Infancia, del que se desprende que sus padres no fueron considerados aptos para la adopción. ¿Cómo pudo ser adoptada de todos modos por ellos? Es posible que hayan pasado dinero debajo de la mesa”, sospecha Mirjam.

Prueba de ADN

En base a su inquietud y a los nuevos detalles de su adopción, a principios de este año Mirjam se hizo una prueba de ADN a través de MyHeritage en Houston, Estados Unidos. Pidió a su familia en Chile que lo hicieran también y respondieron presentes. Justo antes de Semana Santa recibió la impactante noticia de que no eran parientes.

He tenido contacto con supuestos familiares durante veinte años. Con personas a las que he llegado a querer.

Lloré a mares. Estaba tan agotada. Vomité en el baño. Estaba harta de que me mintieran durante tanto tiempo. He tenido contacto con mi supuesta familia durante veinte años. Con gente a la que he llegado a querer, pero ahora no sé quiénes son mis padres. Cuando nací. Sé que fui amada y conocida por mi Padre en el Cielo. A eso me aferro, pero mientras tanto también quiero saber quiénes son mis padres biológicos y dónde están. ¿Está mi madre viva aún? ¿Estará tal vez buscando a su hija?

Mirjam intenta ponerse nuevamente en contacto con la monja, antigua directora del hogar infantil chileno, por la que se siente tan traicionada. Y con la hermana de la monja, que hizo el contacto en su momento. Las hermanas tienen ahora 87 y 89 años, pero ambas tomaron sus distancias con ella. La monja vive en un convento en Holanda y no quiere ningún contacto con Mirjam, ni siquiera después de recibir una carta certificada del abogado de Mirjam. No se trata de dinero, sino de por qué. Quiero respuestas a tantas preguntas, de la monja pero también de los empleados de la administración, de las aerolíneas, de los municipios. Todos ellos trabajaban con papeles y documentos falsificados. ¿Por qué?”

Fiom Netherlands, que forma parte de una gran red de búsqueda internacional de información sobre parentesco y familia biológica y que media en las adopciones transfronterizas, está en conocimiento de la historia de Mirjam. Es una de las muchas historias, dice una portavoz, una historia muy triste.

A Mirjam le resulta difícil de explicar cómo es la relación hoy en día con las personas de Chile que hasta hace poco consideraba su familia. Tenemos contacto, pero desde los resultados de la prueba de ADN algo se rompió. Ellos también se sienten engañados y enfadados.

Disculpa

A principios del 2021, el gabinete neerlandés saliente se disculpó por el modo en el que el gobierno había hecho vista gorda durante años ante los abusos que rodean a las adopciones. Los adoptados no deben contarse en dinero, según anunció ya el Ministerio de Justicia y Seguridad, tras una demanda de responsabilidad civil presentada por la abogada Dewi Deijle. Lo hizo en nombre de un grupo de holandeses adoptados en Indonesia.

La Comisión Joustra concluyó en febrero de 2021, tras una investigación, que el gobierno holandés no había intervenido en el proceso de adopción en los años sesenta, setenta, ochenta y noventa, a pesar de los abusos cometidos, como el tráfico y el robo de niños. Según el ministro de Protección Jurídica, Sander Dekker, el gobierno tiene la “responsabilidad moral” de apoyar a los adoptados en la búsqueda

de sus orígenes. Por eso se está creando un “centro de peritaje” nacional para ofrecerles, entre otras cosas, apoyo jurídico y psicosocial. Los adoptados también podrán acceder a los expedientes de adopción y a la información sobre filiación.

En los medios de comunicación chilenos se ha prestado mucha atención últimamente al tráfico ilegal de niños. La Policía de Investigaciones de Chile (PDI) está llevando a cabo una investigación a gran escala sobre estas prácticas en el pasado.

En YouTube puede ver un reportaje de un canal de televisión chileno sobre el tráfico ilegal de niños.


Fuente: Friesch Dagblad

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